Además del core, el cuerpo tiene una segunda zona anatómica a destacar como centro de fuerza. Esta región es la que comprende a la cintura escapular, la caja torácica y la columna dorsal. La estabilidad de esta zona se consigue principalmente con la activación de los músculos de la zona inter-escapular, romboides y trapecio, así como otros colindantes como el serrato anterior, el dorsal ancho, el angular de la escápula o el manguito de los rotadores.
Es importante que estos músculos estén tonificados, ya que, al igual que el core abdominal protege a la zona lumbar, una correcta activación de esta segunda zona descargará de tensión y protegerá a la zona cervical. Además, desarrollando el control anatómico sobre esta región, conseguiremos que brazo, escápula, caja torácica y columna puedan trabajar tanto conjuntamente, como de manera disociada según el movimiento y de forma consciente previniendo patologías y dolor dorsal, cervical y hombros. El objetivo es evitar la desalineación de la zona y compensaciones que puedan ser lesivas y aplicar el aprendizaje a nuestros movimientos cotidianos.
La población padece cada vez con más asiduidad problemas dorso-cervicales. Esto puede ser por malas posturas, hombros rotados, accidentes, por lo que la cintura escapular adquiere una mayor relevancia. Los hábitos de vida actuales tampoco ayudan a no incidir en el dolor dorsal o cervical. Por esta razón, el entrenamiento del core, sumado a la cintura escapular, es la mejor herramienta de rehabilitación, recuperación y prevención de patologías dorso-cervicales.